lunes, mayo 08, 2006

Relatos De Estos Días Trágicos

Juan, "El Chiqui", subió a la camioneta 21 a eso de las 6 de la tarde. Su mirada recorrió todos los asientos y la mayoría de los pasajeros le devolvió la típica, aquella con mezcla de miedo y repudio. Casi al fondo junto a un anciano, un asiento libre... debe ser su dia de suerte, su lugar favorito cerca de la puerta.

El trébol... ya va a ser hora, sus manos sudan. La gente lo impacienta, atrás señoras hablando, chismoseando, lo de siempre. Adelante el chofer grita ¡Atrás hay espacio, muévanse para atrás! Y el anciano que huele a naftalina vieja, dormido se recuesta sobre su brazo tatuado.
-Tres veces he echo esta babosada sólo y todavía tiemblo. Vamos carnalito, que dirían los homies del barrio... pensaba.-
La camioneta se detuvo abruptamente como de costumbre, el pasillo del centro ya estaba lleno, era hora...
El Chiqui se levantó, y de su bolsillo izquierdo saco la nueve milímetros negra. Empapado de adrenalina y rencor se volteó a los que sentaban más atrás, y pidió pulseras, relojes y billeteras. ¡Rápido o todos muertos!

Lo ultimo que oyó fue una explosión que le dejo sordo inmediatamente. Cayó de rodillas antes de que su cara impactara el suelo metálico. Sintió la nuca caliente y aunque quiso empuñar de nuevo su pistola, ya era tarde. Las aves negras ya le miraban directamente a los ojos.

El rigor mortis impidió que su mano derecha se abriera, las dos pulseras no pudieron ser retiradas, "El Chiqui" viajó ladrón al último sendero de la muerte. La policía nunca supo de donde vino el balazo, estos días ya nunca se sabe.

Paolo Grimaldi

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien escrito, con mucho ralenti, pero triste, porque realza la realidad cotidiana de este pais.

DragShot dijo...

Vaya, típico de países en subdesarrollo como el tuyo y el mío. Aunque admito que ese disparo no me lo esperaba.

Excelente relato.