jueves, septiembre 28, 2006

Relevo

Lo perseguían. Llovía tempentuosamente y él huía como huye todo fugitivo, con la ilusa idea de escapar. Lloraba desesperado, agonizando; y cada paso apresurado enumeraba en su mente otro motivo de angustia. Así corrió por 40 horas, 37 minutos y algunos segundos antes de caer de rodillas en un lodoso charco. Ya sin esperanzas observó detenidamente su reflejo y lloró las ultimas lagrimas sobre la quietud café del charco. No está de más comentar la sorpresa que se llevó el pequeño charco que vivia en un impasse del tiempo, en un momento indefinido del infinito. Fue un instante extraño pero entre miradas agotadas y reflejos comprensivos, ambos decidieron que era hora de relevarse.
Ahora el charco hace dietas, se consiguió un trabajo de oficina, compró un cómodo apartamento con decoración minimalista y corre todos las mañanas por deporte, mientras que el fugitivo llora tranquilamente lluvias perpetuas en los bosques húmedos de Alta Verapaz.

Paolo Grimaldi

domingo, septiembre 24, 2006

A Ti

Bastará decir que te escribo desde la lejanía de tu ausencia.
Hoy, una noche como tantas otras donde la tranquilidad huye a deambular por la inquietud de los pensamientos nocturnos. A ti te escribo, no porque te extrañe ¿O extrañan acaso los camellos las verdes praderas de Finlandia? ¿O extraño yo algo que nunca tuve o los alpes suizos que nunca he visto o los atardeceres en el horizonte del mar mediterraneo, a donde nunca he ido? No, no te extraño. Pero en noches como esta debo admitir que veo la oscuridad del cielo tratando de imaginar tu mirada, intentando comprender lo incomprensible.
Te escribo hoy no porque lo merezcas, mas bién lo hago porque puedo, porque en este preciso instante mi mano no te respeta como yo siempre lo he hecho. Te escribo resignado unas letras que probablemente nunca leerás porque vives en otro tiempo, en otra escala. Tu reloj se extingue y llora sangre de nostalgia. !Ahh ingrato tu reloj! Nunca te ha contado lo mucho que me extraña, nunca te ha invitado a un café para charlarte de sus intimidades, para decirte que su segundero sufre por no poder dar marcha atrás. Pero la melancolía está de más, intentando entrar por donde no cabe, por donde nunca estuvo y nunca estará. Sería un esfuerzo futíl sentir nostalgia por recuerdos que no existen.

Si algún día tu tiempo se ve interrumpido por la impertinencia de mis palabras bastará que sepas que te escribí una noche oscura desde la lejanía ingrata de tu ausencia.

Paolo

miércoles, septiembre 06, 2006

Excusatio Pre Mortis

Un improviso, una explosión de palabras plasmadas, escupidas, vulgares; sin ideas, sin propósitos, sin musa y sin letras. Una vacía expresión literaria de algo que no es nada y a la vez es todo. Un clamor, un canto, un grito sordo al vacío del ciberespacio. Un mensaje para nadie, un insulto para algunos y un par de kilobytes para saturar las conexiones digitales. El grifo abierto con escasez de agua, una metáfora de más para un texto antipoético, apático, patético. La hemorragia verbal de un desangrado agonizante. El puñadito de letras que alguien lee, pocos entienden y nadie critica. El post que se disuelve en el conjunto y desaparece lentamente para convertirse en parte de la masa amorfa del Fugitivo de lo Cotidiano. Un exceso de setecientos cuarenta y dos caracteres sin contar los espacios. Una simple excusa inútil en defensa de este párrafo, que antes de nacer estaba muerto.

Paolo Grimaldi

martes, septiembre 05, 2006

Destello Azul

Fue una noche de licor y delirio servido en mesas de madera vieja,
ella bebía tequila mientras él sufría deprimido, ausente.
Ambos vagaban en el dolor y el martirio de relaciones de pareja,
eran ella y él, la melancolía reflejada frente a frente.

Ella y sus profundos ojos azul infinito, azul océano, azul azul, azul de amor
y él con su mirada enamorada en lo más lejano de la distancia.
Ella añoraba las calles de Paris, las lunas de queso, del buen queso y su sabor
y él solamente ahí, sentado de frente embriagado en su desgracia.

La noche se fue esfumando por la calle del sol naciente
Y al compás del sol, el amor de una noche como un destello azul murió.
Fueron pasión, fueron amantes, fueron un alma por un instante
Pero el día siguiente llegó, ella partió a Paris y él, simplemente escribió.


Paolo Grimaldi