Anécdotas Extrañas de Alter-egos y Juegos de la Conciencia

Barbudo, seco y con olor a whisky añejo, entró por la puerta justo al momento que yo levanté mi copa. Por su manera de trasladarse por aquel viejo bar supongo era cliente regular, no así yo que por primera vez visitaba un antro de esos.

Se acercó a la barra tembloroso y vigilando a cada paso sus espaldas (complejo de persecusión pensé…). Ordenó su trago, le sirvieron, bajo la mirada, bebió de un sorbo y todo mientras yo lo veía detenidamente por curiosidad, por novato o por ingenuo. Lo que sucedería después daria vida a este cuento, que no porque yo lo cuento me lo explico o siquiera entiendo.

Yo bebía sólo, como lo hacen los desconsolados y estaba ahí por casualidad o porque el bar estaba en mi ruta, o porque esa noche ella me rompió el corazón y como mal bohemio solo un pequeño bar de mala muerte acomodaba mi melancolia, quién sabe.

Después de varios tragos, mi pensamiento vago y mi aguda concentración en temas de boracho se vieron de pronto interrumpidos, cuando el seco barbudo lanzó abruptamente su vaso al piso y levantó los puños a la altura del rostro. Al principio me causo risa pero enseguida la cosa me produjo algo más que asombro. Cuatro tipos fornidos se acercaron a él, cada uno provieniente de diferente mesa dentro del bar. El moreno, más grande que los otros tres, se le lanzo a los pies mientras otros dos tipos lo tumbaron. El cuarto, que tenía planta de gringo con esteroides, lo pateó al nomás caer al piso. Durante 3 o 4 minutos le dieron la cachimbeada más grande que he presenciado, literalmente.

Al terminar la brutal paliza los cuatro tipos se dirgieron a la salida (o entrada). Me imagino que el asombro de todo aquello asusto mi estado de ebriedad porque leí claramente la leyenda en la parte trasera de la camiseta de uno de ellos cuando se esfumaban en el dintel de la puerta…. Leía “Alcohólicos Anónimos”. Luego el mesero me despertó.

Paolo Grimaldi

P.D Este es un cuento fracasado.... nadie lo comprendió