sábado, julio 06, 2013

Un Atardecer de Noviembre


Caigo, inevitablemente caigo. Como la lluvia, que perfuma de húmedo el recuerdo nostálgico del melancólico.  Caigo como desamparado, como víctima de este frío noviembre que me ha congelado el alma.
El movimiento, el mismo movimiento que desapareció a Heráclito y a los cuarenta y seis mil millones de espíritus efímeros que le sucedieron, ahora me pasea en su carruaje hacia el destino incierto, que bien podría estar abajo o arriba por más que me parezca que caigo. Así caigo.
Un atardecer es efímero pero ante las puertas de lo eterno es lo último y lo único. No puedo evitar sonreír al pensar que antes de lanzarme del peñasco imponente que decora el paisaje de esta playa que me vio crecer, pensé que lo había visto todo. Pero ¿Quien pude decir que ha visto un atardecer caer hasta la muerte, como ahora en mis últimos momentos, lo digo yo?

Paolo Grimaldi

No hay comentarios.: